3. TEMAS.
3.1 VIRTUDES MORALES E INTELECTUALES.
Aristóteles está convencido de que el fin
natural del hombre es la felicidad y de que ésta radica en el ejercicio de la
virtud. En general, la virtud de cualquier cosa, su excelencia propia, consiste
en su capacidad para desarrollar la función que le es propia. Se distingue así
de otros estados del alma como la pasión (pathos) que se padece o la facultad
(dinamis) que se puede poner al servicio del bien o del mal. Entre las virtudes
morales destacan: la justicia que puede ser general (observancia de la ley) o
particular y en este último caso tenemos la justicia distributiva que se ocupa
del reparto de los bienes en proporción a los méritos, la justicia
rectificadora que trata de reparar un daño causado y la justicia conmutativa o
de intercambio que preside las relaciones comerciales y reposa sobre la moneda;
la templanza o moderación, justo medio entre la insensibilidad y la
intemperencia o desenfreno respecto a los placeres corporales; la valentía,
término medio entre la cobardía (exceso de miedo) y la temeridad (ausencia de
miedo); la mansedumbre, término medio entre el exceso de cólera y la apatía; la
generosidad, término medio respecto al regalar entre la prodigalidad y la
tacañería; la veracidad o franqueza, término medio entre la jactancia y
depreciación de sí mismo; la reserva o vergüenza, término medio entre la
desvergüenza y la timidez. Ninguna virtud moral es posible sin una virtud que
es a la vez intelectual y moral: la prudencia.
En cambio, cuando
la disposición a lo razonable lo es respecto del conocimiento con miras a la
producción de algo, la realización del bien o el descubrimiento de la verdad,
tenemos otro tipo de virtud que es la intelectual. Las distintas virtudes
intelectuales se distinguen por su objeto y por su método:
Ciencia (episteme): el método es la demostración (silogismo inductivo y
deductivo) cuyos resultados son conclusiones de validez universal; el objeto es
lo necesario, ingénito e imperecedero: relaciones cuantitativas (continuas o
discretas), principios del movimiento, los astros y Dios.
Intelección (nous): el método es una cierta aclaración que no llega a ser
demostración; el objeto es lo necesario, ingénito e imperecedero que en este
caso se identifica con los primeros principios generales de toda ciencia tales
como el de no contradicción o identidad y los que son específicos de cada
ciencia; por ejemplo, en matemáticas, dos cantidades iguales a una tercera, son
iguales entre sí.
Sabiduría (Sophía): Es el resultado de la unión de intelección y ciencia.
Prudencia
(Phrónesis): El método es la deliberación (silogismo práctico) cuyo resultado
son decisiones de validez particular referidas a fines y medios; el objeto de
que se ocupa es lo contingente entendido como acción (praxis) que es en sí
misma su propio fin (las acciones virtuosas). Esta virtud además de intelectual
también es moral.
Arte (Tekhné): El método es la deliberación; su objeto es lo contingente,
pero entendido como acción productiva (poiesis) que no es en sí misma su propio
fin (la construcción de algo útil y bello por ejemplo).
En un orden jerárquico podemos decir que el
arte se supedita a la prudencia y ésta a la sabiduría.
3.2.
VIRTUD Y FELICIDAD.
El objeto de la ética
es definir el bien supremo, el fin último de la actividad del hombre: hay
necesariamente un objeto absoluto de la voluntad que perseguimos por él mismo y
por encima de todo, respecto del cual todos los demás fines no son más que
medios; ese bien supremo es además un bien perfecto, es decir, acabado
(teleion), que se basta a sí mismo, que es capaz de satisfacernos por sí solo. Para liberarse de estas concepciones
subjetivistas sin recurrir a la idea de un Bien universal y abstracto que no
sería el bien de ningún sujeto, trató Aristóteles de investigar cuál es el bien
propio del hombre. Por una parte tenemos la virtud moral que es una disposición
del carácter, término medio respecto a ciertas acciones y pasiones cuyo exceso
o defecto son males o vicios (justicia, templanza o moderación, valentía,
etc.); y, por otra parte, tenemos la virtud intelectual que es una disposición
del entendimiento al descubrimiento de la verdad (ciencia, intelección,
sabiduría, arte y prudencia).
Ahora bien, así
como en los bienes exteriores la posesión no es nada sin el uso, sin el goce de
ellos, así también la virtud no sería de ningún valor para quien no pudiese
ejercerla.
¿Qué relación guarda
la virtud con el placer en el que muchos han hecho radicar la felicidad? El
placer no puede identificarse con el bien, pues hay placeres vinculados con
conductas censurables y hay fines que merece la pena buscar aunque no
proporcionen placer, pero esto no significa que el placer se oponga
absolutamente al bien. En efecto, toda actividad (de los sentidos o del
pensamiento) cuando se ejerce en condiciones favorables, cuando la disposición
está bien dispuesta y encuentra el objeto más digno de ponerla en acción, se
ejerce acompañada de placer. Como Aristóteles ha reconocido que la actividad
propia del hombre es la actividad del alma razonable, el placer más conforme
con el ser humano y que le hará plenamente feliz consistirá en el ejercicio de
la virtud. Para asegurarse de que la verdadera felicidad del hombre reside en
la práctica de la virtud, basta invocar el testimonio del hombre virtuoso.
Si la felicidad
reside en el ejercicio de la virtud y la virtud más perfecta que nos asemeja a
la vida divina es el ejercicio de la sabiduría, entonces en esta virtud
radicará la felicidad más perfecta, en una actividad contemplativa. Sin
necesidad de ayudas exteriores; además su finalidad únicamente está en sí
misma, en el goce supremo que ella produce a quien la ejerce; por último, si el
hombre bueno encuentra su dicha en el ejercicio de la virtud práctica, moral,
esa dicha, sin embargo, es menos independiente que la del sabio dedicado a la
contemplación. En primer lugar, si la virtud moral encuentra en sí misma su
premio, no se ejerce sin embargo sin aplicarse a algún fin exterior a sí misma:
el justo encuentra su gozo en la práctica de la justicia, dedicándose a una
causa justa que le es preciso encontrar.
Pero la felicidad
además de la virtud exige una serie de bienes exteriores como la salud, bienes
de fortuna, satisfacciones familiares, amigos, etc. La suerte cuando nos es
adversa hace fracasar la felicidad aunque no sea más que porque entorpece
nuestras actividades, pero, por otra parte, incluso en esas circunstancias el
hombre virtuoso sacará provecho, actuará según sus posibilidades de ser
razonable y por ello, aún en el infortunio, no será desdichado.
Por último, para
que la felicidad sea perfecta, no basta, nos dice Aristóteles, que la virtud se
ejerza ocasionalmente, sino que es necesario que su actividad llene la vida
entera: una golondrina no hace verano. La felicidad no es perfecta sino a
condición de que sea constante.
4. CONTEXTUALIZACIÓN.
4.1. EL TEXTO EN LA OBRA.
El texto que estamos estudiando pertenece a la obra "Ética a
Nicómaco" que trata de exponer en qué consiste la buena vida tal y como la
llevarían los mejores hombres en un Estado bueno. Hay tres tipos de vida: 1) la
que se basa en el placer; 2) la que se basa en el honor, la virtud (vida
política); 3) la que se basa en la comprensión filosófica.
La vida en verdad buena y feliz reúne las
tres, pero sobre todo la comprensión filosófica por ser lo más excelente que el
hombre puede alcanzar. En efecto, la felicidad o el máximo bien a que el hombre
puede aspirar es la razón que alcanza su perfección con la sabiduría. La vida
del sabio es, en efecto, la más parecida a la de los dioses, pues se ocupa de
realidades que ni nacen ni mueren.
La estructura del libro es la siguiente:
En el libro I se ocupa
del concepto de felicidad que hace radicar en la virtud; en el libro II define
la virtud moral como término medio respecto de un exceso y un defecto (en la
pasión o en la acción); en el libro III establece la diferencia entre las
acciones voluntarias y las involuntarias y analiza dos virtudes morales: la
valentía y la moderación; en el libro IV se ocupa de otras virtudes morales: la
generosidad, la magnificencia, la magnanimidad, la afabilidad, la amabilidad,
la sinceridad, la agudeza y el pudor; el libro V lo dedica íntegramente a
reflexionar sobre la justicia como virtud; en el libro VI aclara lo que son las
virtudes intelectuales; en el libro VII se ocupa de la continencia que es un
tipo de moderación y del placer; en los libros VIII y IX reflexiona sobre la
amistad; en el libro X considera de nuevo el placer y la superioridad de la
vida contemplativa, es decir, de la dedicada a la ciencia, sobre cualquier otro
género de vida.
El texto pertenece al
libro VI de la obra, donde Aristóteles se ocupa de las virtudes intelectuales.
Contexto filosófico:
Influencias
La teoría ética de
Aristóteles se puede considerar como una respuesta crítica a otras tres
teorías, a saber: la de los sofistas, la de Sócrates y la de Platón.
1) Crítica a los
sofistas.
Los sofistas (entre
los que cabe destacar a Protágoras y a Gorgias) en el siglo V sostuvieron una
teoría relativista en moral que se sustenta en dos ideas:
a) No se puede hablar
de lo bueno absolutamente, es decir, con independencia del individuo y de las
circunstancias en que este se encuentra. Lo que es bueno para A puede ser malo
para B y lo que es bueno para A en determinadas circunstancias, puede ser malo
en otras.
b) No hay nada bueno
ni malo en sí mismo, sino que es el pensamiento el que lo hace tal.
Para Aristóteles
aunque el bien se dice de múltiples maneras como el ser, hay sin duda el bien
que es propio de la condición humana y que consiste en la perfección de su
razón. El bien, por tanto, no es relativo a la persona o al contexto, sino que
podríamos hablar de una noción de bien universalizable, aquella que nace del
sentido común.
2) Crítica a Sócrates.
Sócrates se opuso al
relativismo moral de los sofistas y sostuvo una teoría que se conoce como
intelectualismo moral que se distingue por afirmar:
a) la virtud es
conocimiento, es decir, conocer la virtud (el Bien) es lo mismo que ser
virtuoso.
b) No es posible
conocer la virtud y ser malvado, es decir, siempre que se obra mal, se obra así
por ignorancia; nadie es malo por propia voluntad.
Según Aristóteles,
Sócrates no tiene en cuenta la debilidad de la voluntad, la falta de
autocontrol, la incontinencia, el efecto del apetito o la pasión. Es posible
ver lo mejor (conocer el Bien), y seguir lo peor porque existe la
incontinencia, la falta de autocontrol que Sócrates no admitía, pero
Aristóteles sí.
3) Crítica a Platón.
Platón afirma la
existencia de dos mundos: uno de las Ideas (Inteligible) y otro de las
Apariencias (Sensible). Sólo el primero es verdaderamente real y está presidido
por la idea de Bien. En tanto el mundo sensible es una mera copia de aquel.
Aristóteles, rechazó
de Platón, la teoría del dualismo, ya que según él no puedes separar
radicalmente las Ideas de los objetos, si previamente se ha dicho que el
origen de los objetos son las propias ideas, por lo que están intrínsecamente
ligados.
Para Aristóteles en cambio lo único real es la sustancia sensible
(compuesta de materia y forma) y el fin del ser humano es alcanzar el máximo
bien (felicidad) en cuanto realizable en este mundo en que vivimos y no más
allá de éste, en el Inteligible.
Su influencia ha sido
amplísima y se dejó sentir sobre todo en la cultura medieval, tanto en la árabe
(Averroes) como en la latina (Sto. Tomás de Aquino); Aristóteles: fue el
filósofo que mas influyo en la forma de pensar de Santo Tomas, estos son los conceptos más importantes que tomo de
él, pero matizados por su concepción
cristiana de la realidad:
Ontología: Toma los conceptos de
forma/materia, acto/potencia, sustancia/accidentes, conceptos a los que Santo
Tomás añade la oposición metafísica esencia/existencia y Dios (frente al Motor
Inmóvil de aquél) como fundamento último de la realidad.
Teología natural: Adopta sus teorías
principalmente en la primera, segunda y quinta Vía, pero también en la
concepción de Dios como motor inmóvil, acto puro y forma inmaterial.
Filosofía
de la naturaleza: Coge de
Aristóteles su descripción del mundo físico (las explicaciones finalistas del
mundo natural, o la división del mundo en mundo sublunar y mundo supralunar).
Teoría del conocimiento: Igual que
aquél, da primacía a la experiencia en la fundamentación del conocimiento,
aunque éste no se limita a lo dado a los sentidos: podemos conocer las
realidades trascendentes (Dios y el alma).
Antropología: concepción biologista
del alma, división tripartita del alma: vegetativa, sensitiva e intelectiva,
aunque Santo Tomás defiende con más claridad la inmortalidad del alma
espiritual individual.
Ética: el
concepto y la clasificación aristotélica de la virtud, pero Sto._Tomas añade
las virtudes sobrenaturales.
Política: emplea las
ideas de Aristóteles sobre la ley natural, y las completa con la referencia a
la ley eterna (ajena al pensamiento aristotélico).
4.4. EL PENSAMIENTO DE
ARISTÓTELES EN SU CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIAL Y CULTURAL.
El siglo V es el siglo de gran esplendor de la
ciudad-estado griega de Atenas. Esplendor político con la democracia ateniense
para los hombres libres. Sin embargo, en el orden social sigue estandoe da la
esclavitud.
Aristóteles de Estagira fue considerado como el “maestro de los que saben”
o el “filósofo” hasta bien entrado el Renacimiento. Su vida transcurre en una
época en la que se está derrumbando el ámbito socio-económico en el que se
desarrolló la civilización griega, fundamentada en la polis.
La filosofía se va a resentir fuertemente de esta crisis global y va a
centrarse en la especulación ética sobre todo a partir de Aristóteles. La ética
se va a ocupar, de manera casi exclusiva, de la salvación del individuo, al
margen de una sociedad con la que el filósofo ya no se identifica y para la que
no busca ninguna solución, pues no la considera ni siquiera posible.
El siglo IV está marcado por un gran
desarrollo cultural, a nivel artístico, histórico y científico.
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