viernes, 19 de abril de 2013

Aristóteles: Temas y Contextualización


3. TEMAS.
3.1 VIRTUDES MORALES E INTELECTUALES.
 Aristóteles está convencido de que el fin natural del hombre es la felicidad y de que ésta radica en el ejercicio de la virtud. En general, la virtud de cualquier cosa, su excelencia propia, consiste en su capacidad para desarrollar la función que le es propia. Se distingue así de otros estados del alma como la pasión (pathos) que se padece o la facultad (dinamis) que se puede poner al servicio del bien o del mal. Entre las virtudes morales destacan: la justicia que puede ser general (observancia de la ley) o particular y en este último caso tenemos la justicia distributiva que se ocupa del reparto de los bienes en proporción a los méritos, la justicia rectificadora que trata de reparar un daño causado y la justicia conmutativa o de intercambio que preside las relaciones comerciales y reposa sobre la moneda; la templanza o moderación, justo medio entre la insensibilidad y la intemperencia o desenfreno respecto a los placeres corporales; la valentía, término medio entre la cobardía (exceso de miedo) y la temeridad (ausencia de miedo); la mansedumbre, término medio entre el exceso de cólera y la apatía; la generosidad, término medio respecto al regalar entre la prodigalidad y la tacañería; la veracidad o franqueza, término medio entre la jactancia y depreciación de sí mismo; la reserva o vergüenza, término medio entre la desvergüenza y la timidez. Ninguna virtud moral es posible sin una virtud que es a la vez intelectual y moral: la prudencia.
En cambio, cuando la disposición a lo razonable lo es respecto del conocimiento con miras a la producción de algo, la realización del bien o el descubrimiento de la verdad, tenemos otro tipo de virtud que es la intelectual. Las distintas virtudes intelectuales se distinguen por su objeto y por su método:
Ciencia (episteme): el método es la demostración (silogismo inductivo y deductivo) cuyos resultados son conclusiones de validez universal; el objeto es lo necesario, ingénito e imperecedero: relaciones cuantitativas (continuas o discretas), principios del movimiento, los astros y Dios.
Intelección (nous): el método es una cierta aclaración que no llega a ser demostración; el objeto es lo necesario, ingénito e imperecedero que en este caso se identifica con los primeros principios generales de toda ciencia tales como el de no contradicción o identidad y los que son específicos de cada ciencia; por ejemplo, en matemáticas, dos cantidades iguales a una tercera, son iguales entre sí.
Sabiduría (Sophía): Es el resultado de la unión de intelección y ciencia.
Prudencia (Phrónesis): El método es la deliberación (silogismo práctico) cuyo resultado son decisiones de validez particular referidas a fines y medios; el objeto de que se ocupa es lo contingente entendido como acción (praxis) que es en sí misma su propio fin (las acciones virtuosas). Esta virtud además de intelectual también es moral.
Arte (Tekhné): El método es la deliberación; su objeto es lo contingente, pero entendido como acción productiva (poiesis) que no es en sí misma su propio fin (la construcción de algo útil y bello por ejemplo).
 En un orden jerárquico podemos decir que el arte se supedita a la prudencia y ésta a la sabiduría.

3.2. VIRTUD Y FELICIDAD.
 El objeto de la ética es definir el bien supremo, el fin último de la actividad del hombre: hay necesariamente un objeto absoluto de la voluntad que perseguimos por él mismo y por encima de todo, respecto del cual todos los demás fines no son más que medios; ese bien supremo es además un bien perfecto, es decir, acabado (teleion), que se basta a sí mismo, que es capaz de satisfacernos por sí solo.  Para liberarse de estas concepciones subjetivistas sin recurrir a la idea de un Bien universal y abstracto que no sería el bien de ningún sujeto, trató Aristóteles de investigar cuál es el bien propio del hombre. Por una parte tenemos la virtud moral que es una disposición del carácter, término medio respecto a ciertas acciones y pasiones cuyo exceso o defecto son males o vicios (justicia, templanza o moderación, valentía, etc.); y, por otra parte, tenemos la virtud intelectual que es una disposición del entendimiento al descubrimiento de la verdad (ciencia, intelección, sabiduría, arte y prudencia).
Ahora bien, así como en los bienes exteriores la posesión no es nada sin el uso, sin el goce de ellos, así también la virtud no sería de ningún valor para quien no pudiese ejercerla.
¿Qué relación guarda la virtud con el placer en el que muchos han hecho radicar la felicidad? El placer no puede identificarse con el bien, pues hay placeres vinculados con conductas censurables y hay fines que merece la pena buscar aunque no proporcionen placer, pero esto no significa que el placer se oponga absolutamente al bien. En efecto, toda actividad (de los sentidos o del pensamiento) cuando se ejerce en condiciones favorables, cuando la disposición está bien dispuesta y encuentra el objeto más digno de ponerla en acción, se ejerce acompañada de placer. Como Aristóteles ha reconocido que la actividad propia del hombre es la actividad del alma razonable, el placer más conforme con el ser humano y que le hará plenamente feliz consistirá en el ejercicio de la virtud. Para asegurarse de que la verdadera felicidad del hombre reside en la práctica de la virtud, basta invocar el testimonio del hombre virtuoso.
Si la felicidad reside en el ejercicio de la virtud y la virtud más perfecta que nos asemeja a la vida divina es el ejercicio de la sabiduría, entonces en esta virtud radicará la felicidad más perfecta, en una actividad contemplativa. Sin necesidad de ayudas exteriores; además su finalidad únicamente está en sí misma, en el goce supremo que ella produce a quien la ejerce; por último, si el hombre bueno encuentra su dicha en el ejercicio de la virtud práctica, moral, esa dicha, sin embargo, es menos independiente que la del sabio dedicado a la contemplación. En primer lugar, si la virtud moral encuentra en sí misma su premio, no se ejerce sin embargo sin aplicarse a algún fin exterior a sí misma: el justo encuentra su gozo en la práctica de la justicia, dedicándose a una causa justa que le es preciso encontrar.
Pero la felicidad además de la virtud exige una serie de bienes exteriores como la salud, bienes de fortuna, satisfacciones familiares, amigos, etc. La suerte cuando nos es adversa hace fracasar la felicidad aunque no sea más que porque entorpece nuestras actividades, pero, por otra parte, incluso en esas circunstancias el hombre virtuoso sacará provecho, actuará según sus posibilidades de ser razonable y por ello, aún en el infortunio, no será desdichado.
Por último, para que la felicidad sea perfecta, no basta, nos dice Aristóteles, que la virtud se ejerza ocasionalmente, sino que es necesario que su actividad llene la vida entera: una golondrina no hace verano. La felicidad no es perfecta sino a condición de que sea constante.

 4. CONTEXTUALIZACIÓN.
 4.1. EL TEXTO EN LA OBRA.
El texto que estamos estudiando pertenece a la obra "Ética a Nicómaco" que trata de exponer en qué consiste la buena vida tal y como la llevarían los mejores hombres en un Estado bueno. Hay tres tipos de vida: 1) la que se basa en el placer; 2) la que se basa en el honor, la virtud (vida política); 3) la que se basa en la comprensión filosófica.
 La vida en verdad buena y feliz reúne las tres, pero sobre todo la comprensión filosófica por ser lo más excelente que el hombre puede alcanzar. En efecto, la felicidad o el máximo bien a que el hombre puede aspirar es la razón que alcanza su perfección con la sabiduría. La vida del sabio es, en efecto, la más parecida a la de los dioses, pues se ocupa de realidades que ni nacen ni mueren.
 La estructura del libro es la siguiente:
 En el libro I se ocupa del concepto de felicidad que hace radicar en la virtud; en el libro II define la virtud moral como término medio respecto de un exceso y un defecto (en la pasión o en la acción); en el libro III establece la diferencia entre las acciones voluntarias y las involuntarias y analiza dos virtudes morales: la valentía y la moderación; en el libro IV se ocupa de otras virtudes morales: la generosidad, la magnificencia, la magnanimidad, la afabilidad, la amabilidad, la sinceridad, la agudeza y el pudor; el libro V lo dedica íntegramente a reflexionar sobre la justicia como virtud; en el libro VI aclara lo que son las virtudes intelectuales; en el libro VII se ocupa de la continencia que es un tipo de moderación y del placer; en los libros VIII y IX reflexiona sobre la amistad; en el libro X considera de nuevo el placer y la superioridad de la vida contemplativa, es decir, de la dedicada a la ciencia, sobre cualquier otro género de vida.
El texto pertenece al libro VI de la obra, donde Aristóteles se ocupa de las virtudes intelectuales.

Contexto filosófico: Influencias
 La teoría ética de Aristóteles se puede considerar como una respuesta crítica a otras tres teorías, a saber: la de los sofistas, la de Sócrates y la de Platón.
 1) Crítica a los sofistas.
 Los sofistas (entre los que cabe destacar a Protágoras y a Gorgias) en el siglo V sostuvieron una teoría relativista en moral que se sustenta en dos ideas:
 a) No se puede hablar de lo bueno absolutamente, es decir, con independencia del individuo y de las circunstancias en que este se encuentra. Lo que es bueno para A puede ser malo para B y lo que es bueno para A en determinadas circunstancias, puede ser malo en otras.
 b) No hay nada bueno ni malo en sí mismo, sino que es el pensamiento el que lo hace tal.
 Para Aristóteles aunque el bien se dice de múltiples maneras como el ser, hay sin duda el bien que es propio de la condición humana y que consiste en la perfección de su razón. El bien, por tanto, no es relativo a la persona o al contexto, sino que podríamos hablar de una noción de bien universalizable, aquella que nace del sentido común.
 2) Crítica a Sócrates.
 Sócrates se opuso al relativismo moral de los sofistas y sostuvo una teoría que se conoce como intelectualismo moral que se distingue por afirmar:
 a) la virtud es conocimiento, es decir, conocer la virtud (el Bien) es lo mismo que ser virtuoso.
 b) No es posible conocer la virtud y ser malvado, es decir, siempre que se obra mal, se obra así por ignorancia; nadie es malo por propia voluntad.
 Según Aristóteles, Sócrates no tiene en cuenta la debilidad de la voluntad, la falta de autocontrol, la incontinencia, el efecto del apetito o la pasión. Es posible ver lo mejor (conocer el Bien), y seguir lo peor porque existe la incontinencia, la falta de autocontrol que Sócrates no admitía, pero Aristóteles sí.
 3) Crítica a Platón.
 Platón afirma la existencia de dos mundos: uno de las Ideas (Inteligible) y otro de las Apariencias (Sensible). Sólo el primero es verdaderamente real y está presidido por la idea de Bien. En tanto el mundo sensible es una mera copia de aquel.
Aristóteles, rechazó de Platón, la teoría del dualismo, ya que según él no puedes separar radicalmente las Ideas de los  objetos, si previamente se ha dicho que el origen de los objetos son las propias ideas, por lo que están intrínsecamente ligados.
Para Aristóteles en cambio lo único real es la sustancia sensible (compuesta de materia y forma) y el fin del ser humano es alcanzar el máximo bien (felicidad) en cuanto realizable en este mundo en que vivimos y no más allá de éste, en el Inteligible.
 Su influencia ha sido amplísima y se dejó sentir sobre todo en la cultura medieval, tanto en la árabe (Averroes) como en la latina (Sto. Tomás de Aquino); Aristóteles: fue el filósofo que mas influyo en la forma de pensar de Santo Tomas, estos son los conceptos más importantes que tomo de él, pero matizados por su concepción cristiana de la realidad:
 Ontología: Toma los conceptos de forma/materia, acto/potencia, sustancia/accidentes, conceptos a los que Santo Tomás añade la oposición metafísica esencia/existencia y Dios (frente al Motor Inmóvil de aquél) como fundamento último de la realidad.
 Teología natural: Adopta sus teorías principalmente en la primera, segunda y quinta Vía, pero también en la concepción de Dios como motor inmóvil, acto puro y forma inmaterial.
Filosofía de la naturaleza: Coge de Aristóteles su descripción del mundo físico (las explicaciones finalistas del mundo natural, o la división del mundo en mundo sublunar y mundo supralunar).
 Teoría del conocimiento: Igual que aquél, da primacía a la experiencia en la fundamentación del conocimiento, aunque éste no se limita a lo dado a los sentidos: podemos conocer las realidades trascendentes (Dios y el alma).
 Antropología: concepción biologista del alma, división tripartita del alma: vegetativa, sensitiva e intelectiva, aunque Santo Tomás defiende con más claridad la inmortalidad del alma espiritual individual.
Ética: el concepto y la clasificación aristotélica de la virtud, pero Sto._Tomas añade las virtudes sobrenaturales.
    Política: emplea las ideas de Aristóteles sobre la ley natural, y las completa con la referencia a la ley eterna (ajena al pensamiento aristotélico).
4.4. EL PENSAMIENTO DE ARISTÓTELES EN SU CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIAL Y CULTURAL.
 El siglo V es el siglo de gran esplendor de la ciudad-estado griega de Atenas. Esplendor político con la democracia ateniense para los hombres libres. Sin embargo, en el orden social sigue estandoe da la esclavitud.
Aristóteles de Estagira fue considerado como el “maestro de los que saben” o el “filósofo” hasta bien entrado el Renacimiento. Su vida transcurre en una época en la que se está derrumbando el ámbito socio-económico en el que se desarrolló la civilización griega, fundamentada en la polis.
La filosofía se va a resentir fuertemente de esta crisis global y va a centrarse en la especulación ética sobre todo a partir de Aristóteles. La ética se va a ocupar, de manera casi exclusiva, de la salvación del individuo, al margen de una sociedad con la que el filósofo ya no se identifica y para la que no busca ninguna solución, pues no la considera ni siquiera posible.
El siglo IV está marcado por un gran desarrollo  cultural, a nivel  artístico, histórico y científico.

Nociones Aristóteles



2.1. LO NECESARIO Y LA CIENCIA.
 La ciencia tiene como método la demostración cuyos resultados son conclusiones de validez universal y su objeto es lo necesario.
Reúne estas características: Sólo hay ciencia de lo universal no de lo singular. Es un conocimiento de lo necesario, de “lo que no puede ser de otra manera. Es un conocimiento por las causas. Se puede enseñar. Se obtiene por demostración. Es un conocimiento verdadero y cierto como consecuencia de lo anterior.
La ciencia funciona demostrativamente, y consiste en que a partir de unos enunciados dados puedan obtenerse unas conclusiones. El esquema de demostración más simple es el silogismo. El silogismo parte de lo universal. Un silogismo es un esquema de razonamiento tal que a partir de dos enunciados denominados premisas, que han de estar conectadas entre sí por un término medio y de modo correcto, se puede obtenerse una conclusión. El silogismo en general es un proceso deductivo ya que extrae verdades particulares de verdades universales. 
Aristóteles se plantea ¿cómo se captan las verdades universales? Hay dos maneras: 1ª La inducción que es un proceso por el que se va de lo particular a lo universal, 2ª La intuición que es la captación pura por el intelecto de los primeros principios. Una visión inmediata. También la podemos llamar evidencia.
La demostración no es sino una clase especial de silogismo. No todo silogismo produce un conocimiento científico sino únicamente aquel que se apoya, en último término, en unos primeros principios que han de ser inmediatamente evidentes e indemostrables.
La sabiduría es la virtud intelectual más perfecta y reúne la intelección y la ciencia. Se ocupa de lo más excelente porque lo más excelente es lo necesario, eterno y que no cambia. En esto se diferencia del arte que se ocupa de lo que cambia, en su caso, de la producción y de la prudencia que también se ocupa de lo que cambia, de aquello que nos conviene hacer en nuestra vida pública o privada.

 2. 2. LA PRODUCCIÓN Y LA ACCIÓN.
 El método del arte es la deliberación; su objeto es lo contingente, pero entendido como acción productiva que no es en sí misma su propio fin ya que su fin está en la construcción de algo útil y bello.
A diferencia de lo necesario, que sólo puede ser de un modo, lo contingente puede ser de dos maneras: como acción o como producción. De la primera se ocupa la prudencia y de la segunda el arte. El resultado de ambas puede ser de otra manera, pero se diferencian en que la acción tiene su fin en sí misma y la producción no es en sí misma un fin, sino que tiene su fin en otro, a saber, lo producido. Una acción valerosa, o generosa, o justa es un fin en sí misma y la realiza quien posee las virtudes correspondientes. La buena acción en cuanto tiene su fin en sí misma ha de ser un elemento constitutivo de lo que es fin último y bien máximo, es decir, la felicidad. En efecto, no hay felicidad sin sensatez o prudencia y la buena acción la requiere.
 El arte, es una virtud intelectual que consiste en aquel conocimiento que es principio de la producción, de suerte que quien lo posee puede producir bien una cosa, de acuerdo con la forma y el uso que le son adecuados. Así decimos de alguien que es un buen arquitecto porque posee el arte de la arquitectura, es decir, los conocimientos que le permiten producir buenas casas o templos y por tanto adecuados al fin de habitar o adorar al dios.
 Aristóteles nos dice que el principio de la producción del artefacto u objeto artístico está en otro, en el artesano que posee el arte y no en sí mismo. Con ello pretende diferenciar el arte de la naturaleza, pues el primero tiene un principio externo de producción y la segunda un principio interno que reside en el propio ser natural. Aristóteles dice que las cosas naturales "tienen su principio en sí mismas".
 Seguidamente Aristóteles compara el arte con la tyché que es traducida por azar, es decir, espontáneamente. El arte y la suerte o fortuna coinciden en que tienen por objeto lo contingente y se dan de manera accidental o por casualidad.
 Arte y naturaleza coinciden, ya que, en que ambos son procesos teleológicos, orientados a la realización de un fin. Más aún, ambos emplean los mejores medios posibles.


 2.3. PRUDENCIA Y MODERACIÓN.
         Se llama sensato o prudente al que reflexiona adecuadamente acerca de las acciones que más le conviene realizar en cada momento, elige adecuadamente y lleva en consecuencia una buena vida. Se distingue de la ciencia como virtud intelectual porque ésta discurre sobre lo necesario por medio de la demostración y la prudencia se ocupa de lo contingente mediante deliberación, es decir, mediante un proceso reflexivo acerca de alternativas de acción que se refiere a los mejores medios para el logro de un fin, la buena vida, y cuya conclusión es la decisión, principio de la acción. Se diferencia también del arte porque éste se ocupa de la producción, cuyo fin es distinto de ella misma, mientras que la prudencia se ocupa de la acción  que es un fin en sí misma y de los mejores medios para su realización en cada momento. El método de la prudencia es la deliberación cuyo resultado son decisiones de validez particular referidas a fines y medios; el objeto de que se ocupa es lo contingente entendido como acción que es en sí misma su propio fin.
 En rigor, se distingue de todas las virtudes intelectuales porque es a un tiempo intelectual y moral; intelectual por reflexionar con la razón y moral porque se ocupa de las acciones que forjan el carácter y nos hacen éticamente virtuosos. Según Aristóteles no hay virtud moral sin prudencia, porque cuando ésta falta no se atina con el bien o lo conveniente; pero tampoco hay prudencia sin virtud moral, pues sólo el virtuoso tiene como fin una vida buena y la prudencia delibera acerca de los mejores medios para alcanzarla. “La virtud hace recto el fin propuesto y la prudencia los medios que a él conducen”..
 Seguidamente se ocupa de la relación particularmente estrecha que existe entre la sophrosyne  y la phrónesis, de suerte tal que el significado de la primera sería el de salvaguardar la segunda. Ello es así porque la templanza es aquella virtud moral que consiste en el justo medio entre dos extremos o vicios, el de aquel que se deja llevar y se excede en los placeres corporales, en particular los sensuales, y el de aquel que es insensible a los mismos. La templanza es moderación, autodominio respecto a esos placeres. Quien carece de ella y se deja arrastrar por los placeres pervierte su juicio respecto a lo que le conviene y debiera ser el fin de su vida. De este modo se vuelve imprudente o insensato.
Aristóteles concluye con una definición más precisa de la prudencia: "disposición racional verdadera y práctica respecto de lo que es bueno para el hombre". Disposición traduce el término griego hexis que también se traduce por hábito. Con esto se significa que la prudencia es un modo de reflexionar arraigado en el ser humano y no flor de un día. No llamamos prudente al que en una ocasión o dos se comporta sensatamente, sino al que habitualmente lo hace a lo largo de una vida. Es verdadera porque el juicio ha de ser correcto acerca de la acción que conviene realizar. El juicio propio de la prudencia es la opinión. De las partes racionales del alma, es la razón práctica la que se ocupa de las acciones y como las acciones son contingentes, los juicios que le son propios son opiniones que, no obstante, han de estar fundadas en razones.
 En cuanto a la relación con el arte, que también trata de lo contingente, además de la diferencia ya establecida de que el arte se ocupa de la producción que tiene su fin en otro y la prudencia con la acción, que tiene su fin en sí misma, cabe destacar que, según Aristóteles, hay una excelencia del arte pero no de la prudencia. Con ello significa que en el caso del arte hay un dominio mayor o menor del conocimiento artístico y así se es mejor o peor artista, pero en el caso de la prudencia no, pues o se es prudente o no se es. Además, en el arte es preferible el que yerra voluntariamente, pues ello es señal de que conoce su oficio, mientras que en el caso de las virtudes morales el que hace lo inconveniente porque quiere es peor que quien lo hace involuntariamente.
 Estrechamente relacionadas con la phrónesis están la deliberación y la elección. La deliberación se ocupa de las cosas que podemos hacer nosotros mismos, especialmente cuando hay más de una forma de intentarlas. La deliberación es el proceso reflexivo respecto a las alternativas de acción que más nos convienen y cuya conclusión es la elección. La deliberación se emprende con miras a descubrir los medios mejores para realizar un fin predeterminado. El hombre prudente es el que delibera bien y sabe elegir en situaciones concretas los mejores medios con el fin de lograr una buena vida. La elección pertenece a la esfera de lo voluntario y es una combinación del deseo con la razón o un deseo deliberado de lo que está en nuestro poder.
La prudencia se ocupa de aquello que nos conviene en nuestra vida privada, pero también en nuestra vida pública y entonces la prudencia se considera política y de ahí que todo buen político haya de ser prudente, como indica Aristóteles.

Resúmen Aristóteles, "Examen de las virtudes intelectuales"


1. Resumen primer fragmento: La ciencia

En este texto, Aristóteles habla sobre la ciencia y su estudio. El fragmento versa sobre las virtudes intelectuales, que son 5: el arte, la ciencia, la prudencia, la sabiduría y el intelecto. Argumenta que la ciencia es algo verdadero y necesario, no esta sujeta a ningún cambio ni alteración, es enseñable,  demostrable e inmutable.
  La ciencia se ocupa de lo necesario, que además es lo eterno, ingénito e indestructible, y  la opinión o la suposición, se ocupan de lo contingente (lo que puede ser de otra manera). Los conocimientos científicos pueden ser obtenidos a través de dos métodos, la inducción y el silogismo. El silogismo parte de lo  universal, valiéndose del razonamiento, Mientras que la inducción parte de lo particular, y trata sobre la ciencias experimentales como la química y la biología.

2. Resumen del segundo fragmento: El arte
Aristóteles analiza y entiende el arte como la creación de un objeto. Compara  al arte con  la ciencia;  la ciencia no puede ser de otra manera, el arte sí. La acción tiene que ver con la ética, mientras el arte con la producción. Para producir algo necesitamos conocer la técnica adecuada, ya que en el caso de no ser así tendríamos una falta de arte; el artista que usa la racionalidad para producir cualquier objeto, es un buen técnico, porque es capaz de hacer las cosas bien, tiene las habilidades, conocimientos, necesarios para ello: a diferencia de la acción, que tiene su  fin  en sí misma, el arte tiene su fin en otro.
 En conclusion, el arte es un modo de ser productivo acompañado de razón verdadera, y la falta de arte es un modo de ser productivo acompañado de razón falsa.

3. Resumen tercer fragmento: La prudencia

En este fragmento Aristóteles hace una investigación de la prudencia, para definirla observa el comportamiento de un ser humano prudente, que delibera, y tiene en cuenta las  consecuencias  de sus actos, no actúa por instinto.
 Cuando reflexionamos sobre algo, deliberamos, pensamos en lo que mas nos conviene, para nuestra  felicidad.   Un hombre prudente no actuaría de forma impulsiva, sino que valoraría todas sus opciones antes de tomar  una  decisión. Este  hombre  elige de principio a fin medios prudentes. Si la acción no es prudente el fin tampoco. No es prudente ser injusto para obtener finalmente un beneficio; el fin no justifica los medios.
La prudencia se distingue de la ciencia como virtud intelectual porque esta discurre sobre lo necesario  por medio de la demostración y la prudencia se ocupa de lo contingente mediante deliberación. A su vez también se diferencia del arte porque éste se ocupa de la producción, cuyo fin es distinto de ella misma, mientras que la prudencia se ocupa de la acción que es un fin en sí misma y de los mejores medios para su realización en cada momento, porque no existe una técnica determinada para ser prudente.
Según el filósofo tanto el dolor como el placer corrompen al hombre y la virtud de la prudencia se consigue mediante la moderación. La moderación es la capacidad de escoger aquello que se encuentra en el punto medio  entre el exceso y el defecto. 
Quien carece de moderación y se deja arrastrar por los placeres. De este modo se vuelve imprudente o insensato. En definitiva, se distingue de todas las virtudes intelectuales porque es a un tiempo intelectual y moral.

Descartes: Temas y Contextualización


3.1. EL COGITO Y EL CRITERIO DE VERDAD.

Una vez que Descartes tiene la certeza del sujeto pensante y el criterio general de certeza, es preciso indagar si existe alguna otra realidad de la cual no quepa dudar y para ello utiliza el principio de causalidad que aplica a las ideas.   La cuestión es si el sujeto pensante puede ser la causa de todas las ideas que están en su mente. Concluye que el sujeto pensante es la causa de todas las ideas que están en su mente, excepto de la idea de Dios.
Toca, pues, demostrar la existencia de un Dios es bondadoso, pues solo así, queda  garantizada la existencia de un mundo exterior a la conciencia y la posibilidad de su conocimiento por medio de las matemáticas.

El criterio cartesiano de verdad está ya formulado en la primera regla del método: podré estar seguro de que un conocimiento es verdadero cuando lo perciba clara y distintamente, esto es, de tal modo que no puede dudar de su verdad. El criterio de verdad ofrece dos dificultades:
-Que es un criterio meramente formal; Cuando Descartes descubre el principio  de su filosofía -pienso luego existo- también considera haber hallado el contenido del criterio de verdad: será verdadero todo aquello que se perciba con tanta evidencia. El criterio de verdad es, la claridad y distinción.
-Que el criterio de  claridad y distinción vale para saber que aquello que el yo percibe de forma clara y distinta, pero no vale para asegurar que lo que el  yo  percibe clara y distintamente es cierto.
La hipótesis del genio maligno no anula la certeza que uno tiene de su propia existencia, pero, insisto aun así hay que  asegurar el criterio de  claridad y distinción, a través de la prueba de que el yo ha sido creado por Dios. La existencia de un Dios bondadoso es la garantía definitiva o última del criterio de verdad.

 Descartes opinaba que siguiendo las reglas del método, utilizando solamente la razón, podríamos llegar a conocer todo cuanto quisiéramos. 

Descartes es escéptico en el planteamiento de su filosofía, pero no en su desenlace en cuanto considera incuestionable la existencia de un sujeto pensante. La certeza del sujeto tiene su antecedente en San Agustín: “si me equivoco, existo”, de ahí pasó a la escolástica. Pero lo esencial radica en que en éste último forma parte de un planteamiento original en el que se problematiza la existencia de cualquier realidad distinta del yo. El cuerpo en cuanto cosa extensa es completamente distinto de la mente y queda cuestionada su existencia.

La hipótesis del genio maligno no anula la certeza que uno tiene de su propia existencia. La existencia de un Dios bondadoso es la garantía definitiva o última del criterio de verdad.
Hasta llegar a una certeza que resista  todos los ataques de la duda y de la que sea imposible dudar. En el cogito ergo sum encuentra Descartes la idea clara y distinta, de la cual extrae la regla general que le guiará en los sucesivos pasos de la investigación de la verdad. Una idea clara será cuando no se confunda con el resto, cuando esté separada de las demás, y se distinga en ella que es evidente y se comprenda de manera precisa y diferente.
La necesidad de un método en Descartes era una verdadera obsesión, convencido de la certeza y seguridad de las matemáticas, quería emplear en su filosofía un método que condujera a la misma seguridad. La razón está controlada por el método y éste funcionará bien usando correctamente las cuatro reglas: La evidencia es el criterio de verdad. La evidencia se define por sus dos caracteres esenciales: La claridad y la distinción. El resto lo constituye el análisis, la síntesis y la enumeración.
3. 2. LAS DEMOSTRACIONES DE LA EXISTENCIA DE DIOS.

Antes de exponer las pruebas de la existencia de Dios es necesario realizar una distinción entre tipos de ideas según su grado de evidencia:

-          Por un lado están las ideas que pueden ser innatas, es decir, que proceden de la mente y el alma, se encuentran dentro del sujeto pero no han sido producidas por él, han sido creadas por Dios.

-          Por otro lado están las ideas adventicias, que son las que provienen del exterior del sujeto y coinciden con la realidad que muestran los sentidos.

-          Por último se encuentran las facticias, producto de la imaginación e invenciones del sujeto. Todas ellas son falsas.

Para Descartes la mente podría estar fabricada de forma que se equivocara en aquello que considera evidente. Esta hipótesis surge de la idea de que el ser humano ha sido creado por un ser malvado, el cual nos ha diseñado de tal forma que nos equivocamos en lo más evidente. 

Las pruebas de la existencia de Dios presentan las siguientes características:

1.- Parten del cogito, que como hemos visto es la primera verdad.
2.- No pueden ser demostraciones fruto de la deducción. Deben ser una prolongación del cogito.
3.- Las dos primeras pruebas parten del principio de causalidad, mientras que la tercera es una idea a priori.

Las pruebas que expone Descartes para demostrar la existencia de Dios son:

-          La primera parte de la idea innata de infinito de una sustancia eterna, inmutable y omnisciente. A partir de todo esto las cosas existen ya que han sido creadas y producidas por  alguien. Además, la causa de la idea de infinito ha de tener tanta perfección como la idea, por lo que el ser humano no puede ser el causante, dado que es imperfecto. La causa, por tanto,  ha de ser infinita.

-          La segunda está basada en la idea de que el sujeto pensante no puede ser la causa de sí mismo. Si afirmamos esto, tendríamos que aceptar que recoge y aún a todas las perfecciones conocidas, tales como la eternidad. Sin  embargo apreciamos que el ser humano es finito e imperfecto, por lo que ha de existir un ser que sea el creador del ser humano y se conserve en la existencia, sea perfecto. Este es Dios.

-          La tercera explica la existencia de Dios según la 5ª Meditación y parte de la prueba de San Anselmo, por lo que se le conoce como la prueba ontológica. Se basa en que la esencia del ser perfecto contiene la existencia, por tanto sería imposible decir que el ser perfecto no existe, al igual que es imposible afirmar que un rectángulo no tiene un ángulo recto.

4. CONTEXTUALIZACION:

Descartes nace en 1596 y muere en 1650, su filosofía se desarrolla a lo largo del siglo XVII.
El texto pertenece la cuarta parte de la obra “El discurso del método” . En la cuarta parte, cuenta las conclusiones metafísicas a las que llegó ; dudó, de todo lo que no tenia por cierto, hasta descubrir una verdad irrefutable: “pienso, luego existo”. Unos años después publica las “Meditaciones metafísicas” en las que se demuestra la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.

Los conflictos políticos y religiosos se manifiestan en el pensamiento social de la época.
En este ambiente  crece una nueva corriente filosófica: el Racionalismo. A esta corriente pertenecen Leibniz, Descartes, Spinoza y Malebranche, y defiende:

-que la fuente del conocimiento es la razón.
-que la legitimación del conocimiento reside en la demostración racional siguiendo el modelo deductivo-matemático.
-que hay ideas innatas, principios evidentes, seguros, a partir de los cuales se puede construir un saber universal.
-la evidencia racional como único criterio de verdad.

Destacamos a San Agustín de Hipona, por su pensamiento de Dios como causa de la idea de infinito y del ser del sujeto. Descartes, influenciado por él, piensa que si se niega que Dios sea la causa de la existencia del sujeto, habrá que admitir que el sujeto es causa de sí mismo. Pero, en tal caso, se habría dotado con todas las perfecciones que conoce y que están contenidas en la idea de infinito. Puesto que comprobamos que el sujeto es un ser finito, imperfecto y limitado, no puede haber sido su propia causa y, consiguientemente, debemos concluir que Dios es su causa.

La idea de la existencia de Dios como Ser perfecto proviene de San Anselmo de Canterbury y es conocida con el nombre de prueba ontológica. Descartes viene a decir que la esencia del Ser perfecto contiene la existencia y que, por ese motivo, no es posible pensar el Ser perfecto como no existente, del mismo modo que no se puede pensar un triángulo que no tenga tres ángulos. Por tanto, el Ser perfecto  ha de existir necesariamente.

Cuando se expone la teoría del conocimiento cartesiana, es inevitable tener a Platón en el horizonte. Veamos brevemente algunos reductos platónicos en la obra de Descartes:

- Persigue la verdad única, incuestionable, eterna y accesible a la razón humana, lo cual se parece mucho a la Idea del Bien platónica.

- La desconfianza en los sentidos como fuente de conocimiento.

- La consideración de la matemática como paradigma de la ciencia.

- La necesidad de Descartes de admitir las ideas innatas para justificar el mundo y la realidad, presente en Platón cuando admite la existencia de la verdad en el alma humana en su teoría de la reminiscencia

Ahora vamos a relacionarlo con Santo Tomás en su demostración de la existencia de Dios.

Muchos temas de Santo Tomás tienen una presencia en Descartes, que utilizó las pruebas tomistas de la causalidad eficiente y por la contingencia, aunque con importantes modificaciones en la demostración de la existencia de Dios.

Hay una gran diferencia entre estos autores en cuanto a la demostración de Dios. Santo Tomás utiliza una argumentación que se llama “a posteriori”, porque parte de la experiencia sensible, de los datos que nos proporcionan los sentidos y aplica los principios metafísicos, concluyendo la existencia de Dios. Descartes demuestra “a priori”, o sea, parte del pensamiento y de las cualidades que definen al mismo Dios, para concluir que ese ser tiene que existir también en el orden ontológico o real.

Por otro lado podemos mencionar a uno de sus detractores: el empirista Hume, quien rechaza tanto la tesis de las ideas innatas como la de que la fuente máxima de conocimiento resida en la razón y no en la experiencia, como él sugiere.
Entre las  influencias posteriores: La principal aportación de Descartes a la filosofía posterior es el haber colocado "el cogito", el sujeto pensante, en el fundamento de toda reflexión. Con ella imprime un giro a la filosofía moderna que influirá en gran medida en la filosofía posterior, presente en filósofos como Espinoza, Locke, Leibniz, Kant, Hegel, Husserl y Sartre para quien el cogito vuelve a ser el punto de partida de la filosofía.


         Y por último en Husserl es innovador en filosofía, por su fenomenología. La fenomenología es un método trascendental en cuanto que somete a la propia vida a la reducción fenomenológica: en primer lugar la epoché, el poner entre paréntesis aquello que "estoy haciendo" y la reducción eidética en segundo lugar.
         Podemos apreciar inmediatamente el paralelismo entre la duda cartesiana y Husserl: el método.  Husserl "radicaliza" la duda cartesiana, en el uso que hace de ésta en la epoché. Aplicando  la epoche, nos quedamos con la esencia del objeto al desnudo

Nociones: “Discurso del método”, DESCARTES


2.1 DUDA Y CERTEZA.
         Descartes se propone en el “Discurso del Método” y en las “Meditaciones Metafísicas” encontrar si es posible un juicio absolutamente cierto y esto significa que no pueda ser cuestionada su verdad,  ni por las más extravagantes suposiciones de los escépticos. Entiende el concepto de verdad como certeza, es decir, como ausencia de toda duda.
Una vez determinado el objetivo, Descartes aclara el procedimiento  del que se va a servir para determinar si una certeza tal existe o no, a saber : considerar como falso todo conocimiento, en cuanto se puedan encontrar razones para dudar de su verdad.  A la hora de actuar es preciso ser constantes y firmes una vez tomada una decisión.
A partir de aquí se exponen las diversas fases por las que pasa la duda: en primer lugar, se considera como falso el conocimiento de las cosas tal y como nos lo presentan los sentidos en virtud de que en más de una ocasión nos han engañado, no son una fuente fiable de conocimientos y serán tenidos por falsos.
En segundo lugar, considera las demostraciones matemáticas de las que es posible dudar en cuanto que muchos se equivocan al razonar y nadie puede estar seguro de no ser uno de ellos. En su obra Meditaciones metafísicas da otra razón, a saber: existe la posibilidad de un genio maligno que hubiese creado mi mente de suerte que por más claro que vea la verdad de un juicio matemático, éste pueda ser falso.
En tercer lugar, duda no ya de que las cosas sean como nos las muestran los sentidos, sino  incluso de que existan,  de un modo exterior a nosotros. La razón de esta duda radica en que es imposible distinguir racionalmente el estado de vigilia del de sueño. 

    Alcanzar  la certeza absoluta, implica que hay que empezar dudando. La duda se convierte en radical por cuanto no importa que las razones puedan resultar extrañas y ajenas a nuestro modo común de considerar las cosas; la duda es también sistemática. Se trata, pues, de una duda estrictamente filosófica o metafísica por poseer estas dos características y por ser el método utilizado con vistas a determinar si se pueden establecer o no unos cimientos firmes para el conocimiento humano.   Viene a ser, como en el método de Sócrates, la ironía.
En consecuencia Descartes considera que su método sólo es válido en el terreno del conocimiento o en la investigación de la verdad y no en el terreno de la moral en el que se determina la diferencia entre el bien y el mal.


2.2 ALMA Y CUERPO (res cogitans y res extensa).
Alma: Por alma  entendemos la sustancia espiritual, cuyo  atributo esencial es el pensamiento,  mientras que  por  extensión (cuerpo) entendemos la sustancia corpórea. Ademas está  la sustancia infinita que se corresponde con Dios. Descartes considera, pues, que hay tres sustancias.

Descartes considera al alma como separada del cuerpo. Por otro lado,   mi existencia como ser pensante no prueba por sí misma la existencia de mi cuerpo, por no hablar ya de la de otros cuerpos. Pero encuentro en mí mismo ciertas facultades y actividades, como el poder  cambiar de posición y  movimiento local , que claramente implican la existencia de una substancia corpórea o extensa, el cuerpo.
 Si bien, tanto la existencia de mi cuerpo como la de los otros cuerpos, por la hipótesis del genio maligno sólo quedará garantizada si se prueba la existencia de Dios y su bondad, cosa que hace Descartes.
 En su opinión   alma y  cuerpo no son una sola sustancia, el alma debe entenderse como espíritu, constituida por el pensamiento, como una cosa completamente distinta del cuerpo y que no necesita de él para ser, puesto que el pensamiento es independiente de la materia, del cuerpo, de los sentidos.
Descartes define la substancia como "una cosa existente que no requiere más que de sí misma para existir".  Lo que percibimos no son substancias como tales, sino atributos de substancias. Los atributos son las propiedades que se consideran esenciales
Para Descartes el atributo principal de la substancia espiritual es el pensar. En tanto que el del cuerpo es la extensión.
En el ser humano, según Descartes, el alma está unida al cuerpo a través de la glándula pineal, localizada en el cerebro. El alma puede existir independientemente del cuerpo porque no lo necesita para pensar. 
Descartes cree que el cuerpo debe entenderse como materia constituida por la extensión, el espacio lleno: los cuerpos son realidades extensas. Ésta es la única idea clara y distinta;  El atributo por el que conocemos esta substancia, es la extensión en longitud, anchura y profundidad, “res extensa”. El resto de características que podamos atribuir a los cuerpos presuponen la extensión. Los animales son pura extensión, no poseen mente alguna.
 Para probar la existencia de los cuerpos, Descartes necesita probar previamente la existencia de Dios, de un Dios bueno que no permite que siempre me engañen los sentidos, haciéndome ver un mundo inexistente.
Encontramos así pues dos líneas de pensamiento, a saber la que pone el acento en la distinción entre alma y cuerpo expuesta en el Discurso del método y la que acepta y trata de explicar la interacción y la unidad total del hombre, expuesta en las Meditaciones Metafísicas..

2.3. PENSAMIENTO E IDEAS.

Por pensamiento,  entendemos de modo general,  un acto mental de tipo cognoscitivo. Sin embargo, Descartes se refiere con esta palabra a todo contenido mental, a todo lo que se encuentra en la mente. Entiende por “pensar” “todo lo que se produce en nosotros de modo que lo percibimos inmediatamente por nosotros mismos; por esto,  entender, querer, imaginar, sentir hacen referencia a la misma cosa : pensar”. Incluye las impresiones, emociones o pasiones, en la medida en que son procesos mentales conscientes.
Tenemos ya una verdad absolutamente cierta: la existencia del Yo como sujeto pensante.  Esto es, aunque puedo dudar de todo, no puedo dudar de que esté dudando; no puedo dudar de mi pensamiento, y si pienso, es porque existo.
Indudablemente, ese criterio de verdad fue sugerido a Descartes por las matemáticas. Una proposición matemática verdadera se impone a la mente, por así decirlo, por sí misma. Del mismo modo, yo afirmo la proposición "pienso, luego soy".
 La actividad de pensar ha de tener también siempre un objeto o contenido. Los contenidos de la conciencia se dividen en ideas que son como imágenes que representan las cosas.
 Tenemos por un lado, el pensamiento como actividad (yo pienso) y por otro, las ideas que piensa. 
Las ideas son aquellas cosas que podemos pensar y que están en nuestra mente. Se pueden clasificar según varios criterios. Por un lado estarían las ideas verdaderas y falsas, según su adecuación a la realidad; según el criterio de verdad podemos diferenciar las ideas claras o indudables frente a las ideas confusas; y finalmente según su origen, podemos diferenciar por un lado las ideas adventicias, que son aquellas que parecen provenir del exterior, las conocemos a través de los sentidos; por otro lado las facticias, producidas por la imaginación, y las cuales no corresponden a la realidad (por ello éstas serían falsas), como la idea de hada o quimera; Finalmente las ideas innatas, que son aquellas que ya se encuentran en el alma o la mente. El sujeto no puede modificarlas, pues no las ha producido él. Por esto, Descartes deduce que dichas ideas han debido ser puestas en el sujeto por Dios. 

Resumen: “Discurso del método”, DESCARTES

1ª parte

En este primer fragmento, trata de la duda metódica que emplea para deshacerse de cualquier enunciado confuso o impreciso.  Centra su interés en  establecer un tipo de filosofía rigurosa, exacta, que pueda ser universalizable, y piensa que hay que deshacerse de los prejuicios. Le parece incorrecto afirmar como ciertas, proposiciones sin haber comprobado  fehacientemente, con anterioridad, su verdad.
Esto lleva a Descartes a manifestar que hay que dudar de los sentidos, los razonamientos matemáticos, la distinción entre sueño y realidad. El filósofo se pregunta si habrá algún conocimiento absolutamente indubitable, fundamento y base de su filosofía. Así llega a la conclusión de que mientras esta dudando, piensa, y es imposible, dudar sin existir. De esta forma llegó a: Pienso, luego soy, primer principio de su filosofía.

2ª parte:

En este fragmento analiza más profundamente la cuestión de la naturaleza de este yo que piensa. Y llega a la conclusión de que es esencial al ser humano la actividad del pensamiento. Argumenta, que no se puede dudar de  la actividad mental, porque la duda es una actividad  del pensamiento, y aunque el cuerpo no existiese, el alma no dejaría de   trabajar. Puesto que es absurdo pensar que el pensamiento se puede ejercer en abstracto o en el vacío. Necesariamente lo lleva a cabo la res cogitans o alma.
 Una cosa es verdadera cuando la percibimos de forma clara, que nuestra mente no se confunde. Utiliza el Cogito ergo sum como  modelo paradigmático, de tal modo, que si encontramos otra proposición que tenga la misma claridad y distinción que éste, podremos considerarla cierta y segura. Esta es la formulación de la primera regla del método, la de la evidencia: no tomar por verdadero, sino lo que se presenta a mi mente de manera clara y distinta

3ª parte:

Descartes reflexiona acerca del hecho de que siendo él un ser imperfecto, como es posible, que pueda concebir la perfección. La respuesta a esto parece hallarse en que dicha idea proviene de una naturaleza que sí es perfecta.  Aunque su mente es imperfecta, no lo es del todo. Tras ver que hay ideas que no lo superan en perfección, aún queda la duda de la procedencia de la idea de perfección y visto que no puede proceder de él, ni tampoco de la nada, sólo queda la posibilidad de remitirse a una naturaleza más perfecta, es decir, a Dios, que la ha puesto en su mente.
Se da cuenta de que un razonamiento lógico, como un desarrollo matemático, puede ser evidentemente correcto, pero que, por otro lado, éste no tiene que existir por necesidad. En cambio, la existencia de Dios es tan evidente como lo puede ser un razonamiento matemático, pero en la idea de Dios como ser perfecto se halla comprendida la existencia, porque le es esencial.